La vela de vainilla salada huele a esos días en los que la calma se sirve despacio: como un paseo bajo el sol de invierno con los bolsillos llenos de mandarinas frescas, o como abrir un frasco antiguo de especias que guardaba secretos de cocina. La vainilla cremosa aparece con un toque salado y elegante, como un postre recién horneado con un final inesperado. En el fondo, el ámbar cálido y un susurro de maderas blancas arropan el ambiente y lo hacen permanecer.
Enciéndela y deja que tu casa huela a ese equilibrio perfecto entre dulzura y especia, un aroma sofisticado que reconforta y envuelve.
